Aunque constantemente mencionamos al pistachero y a su cultivo como nuevo en España, en realidad ya estuvo entre nosotros en épocas pasadas.

El fruto del pistachero es muy apreciado desde la antigüedad, sobre todo en Oriente Medio (que es de donde procede) concretamente en el suroeste de Asia Menor, Siria y Palestina.

Cuentan las crónicas que la reina Bilquies de Saba, tenía a estos frutos en gran estima hasta el punto de que al igual que otras cortes de países de la zona, tenían reservado el consumo de pistachos sólo para las clases más notables.

Los romanos supieron de este fruto en sus conquistas por Asia Menor y pudo ser en tiempos de Tiberio cuando el gobernador de Siria, Vitellius lo dio a conocer en Roma, y no tardaron en incluirlo en su dieta alimenticia debido a sus proteínas y exquisito sabor, comenzado en ese momento el cultivo, en lo que hoy se denomina Italia y aún hoy se continua la producción de pistachos en diversos puntos, sobresaliendo notablemente Sicilia y algunas partes del sur de Italia, teniendo incluso sus propias variedades (napolitana, bronte, trabunella, etc).

Serían los romanos en su incursión y establecimiento en la Península Ibérica, los que presumiblemente introdujeron por primera vez este fruto entre nosotros, comenzando de esta manera la producción del pistachero en España.

Pero posiblemente fue con la invasión árabe de España allá por el año 711, cuando de forma clara, la producción del pistacho pude considerarse más notable, debido a que los árabes no solo conquistaban nuevos territorios para el Islam, sino que además se preocupaban por desarrollar de forma significativa todo lo relacionado con la agricultura, como se demuestra en numerosos testimonios que han llegado hasta nuestros días.

Tuvo tanta importancia el cultivo de este fruto en España, que sólo aquí con diferencia del resto el mundo tuvo nombre propio. Aquí era conocido (como consta en la literatura consultada que hace referencia a éste fruto en España), con el nombre de Alfóncigo, Alfónsigo ó Alhócigo

(Como podemos ver, nada que se parezca a pistacho o a sus diferentes traducciones). Esto prueba la repercusión y notoriedad que pudo alcanzar este fruto en aquel tiempo en la península.

Después de pervivir el alfóncigo durante bastantes siglos entre nosotros, fue desapareciendo paulatinamente, hasta considerarlo extinguido en nuestro país.

Hay muchas versiones sobre las causa de su desaparición; se apunta a que pudo ser debida a la prohibición (por parte de la Iglesia Católica) de consumir este fruto debido a su abertura y forma pecaminosa.

También se argumenta que la producción de alfóncigo, perdió importancia frente a otros cultivos con un rendimiento mayor (olivos, almendros etc). Esto sería posible, pero cabe pensar que cada cual tiene su propio espacio y las características de cultivo, producción y uso, de uno u otros no hace necesariamente que unos puedan prevalecer sobre otros.

Otro dato que también se usa en la desaparición del alfóncigo, fue la eliminación de cultivares machos, por no ser productores de frutos. Cuesta trabajo entender que alguien conocedor de este cultivo anule los árboles productores de polen necesario para la fecundación de las flores presentes en los cultivares hembras.

Lo que si parece estar más claro, es que la desaparición del alfóncigo fue posterior a la salida de los árabes de España, por lo que, presumiblemente, este hecho pudo suponer el decaimiento de la producción, debido a que fueron lo árabes los introductores y mantenedores de este fruto que tanto estimaban.

Aún así, restos de estos árboles siguieron subsistiendo por diversas partes de la península. Se cita como curiosidad lo siguiente:.

“En la «Flora española», de Quer tomo VI, página 364 (1784) se lee: En la villa de Getafe, a 2 leguas de Madrid, se ven 2 árboles de esta especie muy reviejos, que se conservan de tiempo inmemorial al abrigo de una pared que cae al Mediodía, en el patio de una casa, que llaman por eso la casa de los alfónsigos, en la calle Mayor.”

La importancia que debió tener el alfóncigo en la España del medioevo, también lo demuestra la inclusión de este fruto en muchos platos de la cocina mozárabe (cristianos que vivían en zonas árabes), así como en la cocina sefardí (antiguos judíos españoles) y como muestra, a continuación ofrecemos un plato con reminiscencias de aquella época.

Con esta pequeña aportación se pretende contribuir a conocer un poco más algunos aspectos del pistachero o alfóncigo y es quizás con este último término como deberíamos denominarlo por ser este su nombre en castellano y porque fue así como siempre se le nombró y conoció durante siglos en España.

Félix

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